Quizá los menos deportivos, aunque tienen algunos puntos de sujeción, y también los más cómodos. Mezcla de estilos.
Ninguno de estos tres coches destaca por un espacio sobrado. No lo necesitan. Los asientos sujetan y transmiten lujo.
La posición en un Porsche casi nunca ha sido mala, todo lo contrario. Esta es perfecta para cualquier tipo de conducción.
Buen compromiso entre su origen americano y su europeización. Bravo por ese volante sin achatar.
Un interior de alta calidad, y que poco va a variar en la siguiente generación del R8. Todo está perfectamente dispuesto.
Aunque parezcan delgaditos, cumplen anclando bien el cuerpo en banqueta y respaldo.
Está claro que el Audi echa el resto con ruedas de 19” de serie y frenos potentes de por sí.
Los frenos no están tan currados como en los otros dos coches, y sin embargo son suficientes.
Con 20 pulgadas va servido el “porschetto”, y los frenos, como puedes ver, en condiciones también.
No podía faltar un cambio rápido y preciso. Solo se vende con este de 7 marchas.
Manual, 6 velocidades, elevado sobre el túnel de transmisión y con una cierta dureza. Perfecto.
Con el PDK, el Porsche consigue que el motor extraiga su máximo potencial en par, y es sobradamente rápido y preciso.